Plata, Pasaje, Pasaporte

Porque cuando se viaja todo lo demas se puede comprar...

Friday, July 22, 2005

 

Paris-Tours / Tren


Están sentados en el tren al lado mio. El lee, ella duerme. Desde aquí sólo puedo ver el perfil de él y la cabeza de cabellos dorados de ella, que duerme apoyada en su regazo. El lee un libro de viajes y tiene un brazo rodeándola, protegiéndola. Una pareja joven, viajando de Tours a Paris. Es un día gris de invierno y las nubes que se ven desde la ventana del tren amenazan lluvia. Atravesamos Mer, Beaugency, Meung sur loire. Paisajes bucólicos del valle del Loire, el escenario perfecto.

Los miro de reojo de vez en cuando y me maravillo ante la tranquilidad de la escena. El está vestido casual, pero impecable para un sábado de lluvia. No es lindo, ni feo, pero tiene un terrible aire de buena gente, de esposo fiel amoroso. Lleva unas medias de Snoopy. Me imagino que se las regaló ella. Me imagino que viven en Orleans y vienen de visitar a algun familiar. Me imagino que ella debe ser un ser angelical al que él proteje, una mujer divina. Una francesa de novela de pies a cabeza. Debe tener unos ojos azules que combinan con los verdes de él y con sus cabellos dorados. Deben tener una casa bonita, donde ella es reina y todo marcha perfecto, entre risas y música y besos. El debe tener un buen trabajo, pero siempre tiene tiempo para ella y el libro de viajes que lee es para planear sus próximas vacaciones.
Y me imagino… que afortunados, que pareja tan linda. Realmente no debe ser tan malo esto de estar casados. Sentir esa paz, esa seguridad, la respiración rítmica de ella mientras duerme, la vigilia de el mientras lee… rodeándola con el brazo.

Estamos llegando a Orleans. El la sacude y ella se despierta con un bufido. Sus cejas gruesas y negras delatan que sus cabellos dorados en realidad no son tan dorados. Su cara ‘angelical’ es más bien rechoncha de ojos chiquitos. El intenta darle un beso, ella le voltea la cara con fastidio. “Deja ya” dice, “si eres fastidioso, no me pagas para eso”. El la mira con un poco de rencor y mucho de asco. Mientras se marchan me doy cuenta que él lleva un anillo de matrimonio y ella no… oh! l’amour, l’amour y las maravillas de estar soltera.

En Orleans un señor ocupa el lugar de la pareja. Saca una computadora portátil, lápices, papeles, lentes y se dedica a meter números en una tabla en la computadora que de vez en cuando hace “ca-ching” como una máquina registradora. Y el señor sonríe cada vez que oye ese sonido. Ca-ching/sonrisa, ca-ching/sonrisa. Después de los primeros 15 minutos se quita los lentes y los pone a un lado, concentrado y emocionado al ritmo de los “ca-ching”. Faltan pocos minutos para llegar a París y ahora luce preocupado, será que no pudo hacer suficientes “ca-chings”? Una versión moderna de un personaje de El Principito. Jugar a los ‘ca-ching’s para el debe ser mejor que cualquier Nintendo, cualquier novela, cualquier cosa. Pero no se da cuenta que esas medias blancas con esos zapatos negros, pues, como que no combinan?

Llegamos a París. Caminando todos rapidito hacia la puerta para poder bajar-lo-mas-rápido-posible, cosa que todavía no entiendo por qué. Un padre con su hija juegan a ver de que lado tenemos que bajarnos. “De este lado” dice el papá, “de este otro” dice la niña. “de éste”, “del otro”, “de éste”, “del otro”, “si pierdes me das 50 centavos”. Y así vamos, el tren no termina de llegar y seguimos oyendo “de éste, no, del otro, no, de éste, 50 centavos, de éste, del otro” el tren disminuye la marcha entrando a la estación. Todavía no se ve de que lado hay que bajar. “De este lado, de este lado, de este lado, 50 centavos”. Ya está bueno. La niña y todos los demás pasamos de la sonrisa de simpatía a la cara de fastidio. Ya no nos importa de que lado bajemos, lo que queremos es que se calle. Mas aun lo que queremos es que pierda y le tenga que pagar los 50 centavos a la hija. Lamentablemente bajamos “de éste”, lo que provoca una enorme sonrisa en la cara del padre que ahora solo dice “lo dije, lo dije, de éste, de éste, dónde están mis 50 centavos? Dónde? Ah? Mira que bajamos de ESTE lado” El se;or ca ching mete la mano en el bolsillo y le da 50 centavos a la niña “cállalo de una vez, por favor”. Y nos bajamos todos del tren… de este lado.

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